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Durante una semana, el Rally del Paraguay 2025 congregó a 210.000 espectadores, la cifra más alta en la historia del deporte motor nacional. Los registros abarcaron desde los tramos de carrera y el Fan Zone hasta la largada simbólica y la premiación, verificados con datos de peajes, entradas, conteo aéreo y operadores móviles.

A ese caudal interno se sumaron 51.062 visitantes extranjeros, según Migraciones, que consolidaron al evento como un imán turístico y un motor económico: la hotelería de la región alcanzó una ocupación plena en varias jornadas.

No se trató solo de multitudes. 358 profesionales de prensa, entre ellos equipos permanentes del WRC y la FIA, difundieron imágenes y relatos a más de 106 países, mientras que en Paraguay 770.990 personas siguieron la transmisión televisiva. Esa exposición mediática, pocas veces lograda por un evento nacional, situó a Paraguay en el mapa global del deporte motor.

La infraestructura también habló por sí sola. El Aeropuerto Tte. Amin Ayub González fue habilitado como internacional y recibió vuelos de temporada, la Estación del Ferrocarril de Encarnación volvió a activarse para miles de visitantes y el moderno Hospital del Sur, con un pabellón especializado en trauma, quedó inaugurado como símbolo de desarrollo regional.

Todo acompañado de un operativo de seguridad con 5.000 policías y 1.200 militares, que garantizaron un despliegue ordenado.

Los números cuentan una historia, pero el trasfondo revela otra, Paraguay logró organizar con solvencia un evento de escala global, proyectando al país como un espacio confiable, estable y atractivo. Lo que hace unos años era aspiración, hoy se materializa en logros que apuntalan la política de abrir al Paraguay al mundo.

El Rally dejó más que estadísticas: dejó la certeza de que la estrategia gubernamental de mostrar un país conectado y competitivo es una realidad que se traduce en crecimiento turístico, inversión en infraestructura y confianza internacional. En otras palabras, la visión presidencial de colocar a Paraguay en el escenario global empieza a consolidarse no en promesas, sino en hechos.

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